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Una nueva vida

Una nueva vida

Una nueva vida

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Los Teshima llegaron por el Océano Pacífico y desembarcaron en Buenaventura, allí tomaron un bus escalera, llamado en Colombia de manera popular como ‘chiva’, que los llevó a Corinto, Cauca, donde ya se encontraban asentadas las dos anteriores generaciones de inmigrantes japoneses. Esta colonia era llamada El Jagual y estaba localizada cerca al río Jagual y a 145 kilómetros al sur de Cali. Los primeros pobladores de este territorio llegaron en busca de mejores tierras para cultivar, sin embargo, al llegar, se dieron cuenta de que allí no había carretera, así, para desplazarse debían caminar muchos kilómetros.

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Familias japonesas y su trabajo en el sector agrícola de Colombia.

(Fotos tomadas de www.banrepcultural.org)

Ryoko Teshima, al igual que los cerca de 300 inmigrantes, experimentó situaciones que antes jamás había vivido, ahora debía enfrentarse a una nueva lengua, una nueva religión, una nueva sociedad, un nuevo gobierno, nuevas costumbres y valores éticos. Se tuvo que adaptar no solo de manera psicológica, sino también física. Su cuerpo debía además adaptarse del clima de estaciones cambiantes al clima tropical. Ryoko dejó de ser de un pequeño pueblo de Japón, para convertirse en miembro de una minoría social, política y económica de Colombia.

 

Cuando llegaron a Corinto, vivieron el primer choque cultural. Los japoneses que nunca antes habían salido de su país y mucho menos habían tenido contacto con el mundo occidental, se sorprendieron al ver que la mayoría de los pobladores de la región eran de ascendencia negra y lo diferentes que eran unos de otros, sin embargo, como Ryoko enfatiza, se creó una gran cooperación entre ambos pueblos, gracias a lo “amables y serviciales” que fueron los negros. Mientras unos colombianos defendían la “pureza” de la sangre, otros, les ofrecieron a los hambrientos recién llegados, arroz, plátano y pescado frito.

Ryoko Teshima habla sobre cómo fue la situación en la colonia El Jagual.

Al poco tiempo, llegó a El Jagual un obispo desde Hiroshima que les enseñó a rezar, a persignarse, los casó y bautizó bajo el nombre de la Iglesia Católica, dándoles también un nombre en español, así, Ryoko de cinco años, recibió el nombre en español de Irma.

 

La vida en el Jagual era de trabajo duro y sacrificio sin importar los estragos del clima o la escasa comida, que como recuerda Ryoko, su desayuno, almuerzo y cena, estaban compuestos por arroz sin sal ni grasa, sopa de miso -un condimento tradicional japónes a base de semillas de soja, sal de mar y hongos- plátano y algunos brotes de plantas como caña Brava o retoños de caña remojados en agua caliente.

 

Y aunque las mujeres teshima fueron reconocidas en la colonia por tener una de las mejores salsas de soya, el trabajo de las mujeres no se limitaba a la cocina, de hecho su trabajo fue igual de importante al de los hombres para poder superar las épocas difíciles, cuando las familias no tenían ningún poder adquisitivo.

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Familia Kurathumi 1932 en Corinto, Valle del Cauca 

Tomado de: Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero)

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Japonés trabajando en un cultivo del Valle del Cauca.

(Tomado de: Red Cultural Banco de la República)

La rutina de una mujer en el Jagual empezaba a las tres de mañana, atendiendo a todos los miembros de la familia para después prender la leña del desayuno. Tenía que estar al tanto de los animales, el jardín y los cultivos que compartían todas las familias mientras lavaba la ropa y limpiaba la casa. Preparaba el almuerzo y lo repartía a los trabajadores y cuando terminaba, se unía al trabajo agrícola hasta que oscureciera. Una vez de regreso, preparaba la comida y dejaba los implementos necesarios para su rutina del día siguiente.

 

Si los inmigrantes japoneses sobrevivieron al Jagual, gran parte del mérito, si no la mayoría, se lo llevan las mujeres.

 

Para tener acceso a la educación, las familias de la colonia empezaron la construcción de la escuela y luego de mandar una carta al Gobierno japonés, recibieron ayuda financiera para finalizarla. En las aulas de esa escuela Ryoko mejoró su español y aprendió las matemáticas básicas, sin embargo, con la partida del único maestro, la escuela cerró.

Ryoko Teshima habla sobre su experiencia en el colegio y el encuentro con la primera dama, Lorenza Villegas.

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